EL MAYOR MIEDO [01 y 02]

Estoy en mi zona de confort, en mi ciudad, en Madrid. Concretamente me encuentro en su subsuelo, dentro del hormiguero infinito que hay bajo esta ciudad: el metro.

Me dispongo a bajar las escaleras rumbo a las vías que me conducirán a mi destino. Y aunque en este momento no me percate de ello, el metro está vacío, no hay nadie esperando en el andén, ni comprando billetes, ni siquiera vigilando que nadie se cuele... Finalmente paso por alto este detalle y me siento a esperar a mi transporte. Pasado un rato y extrañado por la tardanza, dirijo mi mirada hacia el panel luminoso en el que pone los minutos restantes para la llegada de los vagones, y para mi sorpresa me lo encuentro apagado. No entiendo nada...

Por suerte soy paciente y al poco llega el metro, ahora sí, aparentemente normal. Me subo en el primer vagón ya que me pilla más cerca y sin mirar a nadie me siento, intentando pasar inadvertido, como siempre. A pesar de no querer mirar a la gente, no puedo evitarlo y los ojos se me desvían justo enfrente de mí, lugar en el que se encuentra una pareja de mujeres las cuales aparentan tener problemas relacionados con sustancias de esas ilegales. Incómodo por la situación decido mirar a otro lado, y me percato de que unos cuantos asientos a mi derecha hay un hombre solitario con una botella en la mano. Desde mi asiento puedo oler el tufo a alcohol que desprende el susodicho. Yo, cada vez más nervioso por la gente que me rodea, opto por caminar hasta el siguiente vagón con la esperanza de encontrarme más a gusto ya que mi viaje en metro va a ser largo.

Abro la puerta que separa los dos vagones y la cruzo. Al entrar me fijo en que este está más lleno de gente y que todos se giran para mirarme. Me siento demasiado intimidado como para pensar, así que me siento rápidamente en el primer sitio que encuentro, el cual resulta estar al lado de un hombre como un armario de grande, con la cabeza rapada y cara de pocos amigos... Pasado un rato no muy largo escucho unas carcajadas escandalosas que vienen del fondo del vagón, por lo que, curioso de mí, levanto la cabeza para mirar, y descubro a un grupo de unas cinco o seis personas, todas extremadamente delgadas y con heridas en los brazos como firma de doña heroína. Para colmo, veo que a la mujer de mi izquierda se le asoma algo parecido a una pistola en un bolsillo de su chaqueta rota. Definitivamente tengo miedo. Así que me incorporo y manteniendo la mirada en el suelo, atravieso el vagón para pasar al siguiente. Me dispongo a abrir la puerta temiéndome lo peor, cuando oigo un estruendo y veo que un cristal del vagón que estoy a punto de abandonar se ha roto. Ahora sí que no me lo pienso y avanzo hasta el tercer vagón de este metro del infierno...

PARTE 1/3