EL MAYOR MIEDO [05 Y 06]

Oigo ruidos aterradores tanto a mi espalda como detrás de la puerta que estoy a punto de abrir, la 05. Ya ni figura el número escrito en ella, pero llevo bien la cuenta. Esta puerta está destrozadísima, pero aun así soy incapaz de ver o ni siquiera de intuir lo que me espera tras ella, así que la cruzo. Al entrar en el quinto vagón casi me caigo al suelo, ya que una fuerte ráfaga de viento me azota en la cara, en el pecho y en todo mi cuerpo. El vagón prácticamente no tiene paredes, está todo destrozado y de la velocidad el aire entra en él coronándose como el pasajero con más presencia. Y mira que eso es complicado teniendo en cuenta el tamaño y apariencia de los demás, quitándome a mí, obviamente. Yo me hago cada vez más diminuto, el miedo me consume. Aunque en parte es entendible viendo como seres horribles y aterradores, más horribles y más aterradores aun que los que ya he visto en este gusano mecánico del demonio; se acercan a mí con cara de maldad. No sé qué piensan hacerme, pero no voy a darles la oportunidad. Corro. Corro. Parece que no avanzo. Corro. Y mientras corro observo que a mi derecha algo se está colando en el vagón a través de la pared inexistente, algo asqueroso y aterrador. Algo con uñas extremadamente largas, uñas que dejan marca allá por donde rozan. No quiero esperar a ver qué ser monstruoso tiene el placer de portar esas garras. Así que corro. Más aún. Corro. Corro. Y corro. Y por fin... 06.

Estoy exhausto y sudando más que en toda mi vida. Por temblar me tiemblan hasta las neuronas. Pero en vez de seguir preguntándome qué sería aquello de lo que me acabo de librar al escapar del quinto vagón; levanto la mirada y observo la siguiente puerta. La sexta de todas las que llevo parece estar en perfecto estado. Tiene la placa con la inscripción "06" perfectamente legible, también está pintada con todo detalle, sin desconchones, arañazos o manchas. Todo está como recién comprado, y curiosamente tengo la sensación de que algo va terriblemente mal, el miedo no me ha abandonado. Mejor dicho el miedo se ha apoderado de mí todavía más, y no entiendo por qué. Finalmente tardo unos segundos, pero abro la puerta que se yergue frente a mí. Soy yo. Soy yo en un vagón en perfectas condiciones. Soy yo mirándome con la peor cara de odio que te puedas imaginar. "¿Por qué no dejas de huir? Cobarde..." Solo sé decirme eso. Solo me dice eso. Y lo peor es que sigo teniendo miedo...

Se acabó. El metro se para.

PARTE 3/3